jueves, 16 de marzo de 2023

0-02 Juan Bautista Domínguez - Maestro Arquitecto en 1832

 

Esta es la  Real Fábrica de Tabacos que pudo tenerse en Alicante si, además de haber sido un ejercicio de examen para la obtención del título de Maestro Arquitecto, este magnífico trabajo hubiera sido contemplado como un proyecto real, …y Real (regio), a realizar.

 Por orden de aparición cronológica fueron las Reales Fábricas de Tabacos de Sevilla (1620), de Cádiz (1741) y de Alicante (1801), las tres primeras de las 12 factorías (estables) que la industria del tabaco, llegó a disponer en España. Las dos primeras, en 1760 para Sevilla y 1829 para Cádiz, pasaron por cambios en su ubicación dentro de ambas ciudades y, por extensión, se vieron beneficiadas por un concepto arquitectónico y constructivo más moderno y más sólido que les llevó a ser las magníficas construcciones que a día de hoy, albergan a la Universidad de Sevilla y al Palacio de Congresos de Cádiz.

 Se proyectaron por arquitectos militares siguiendo los preceptos típicos de los acuartelamientos dándose la paradoja de que, en ambas, se contaba con fríos calabozos y con la presencia de cuerpos de seguridad como medidas coactivas frente a posibles malas actuaciones, y correctiva y sancionadora en caso de darse tales acciones. En Sevilla incluso, descubierto tras unas obras de remodelación en 2014, se viene estudiando el original sistema de bóvedas invertidas que sustentan y protege toda la cimentación.

 


Regresando a Alicante, como especulaciones de su origen con anterioridad a 1801, es conocido el que una incipiente industria del tabaco, primero, se vino realizando en unos locales situados en la Calle Gerona, para desplazarse después, al Palacio de Altamira junto a la Puerta Ferrisa. Esta última ubicación adquiere valor de hecho cierto, gracias a su proximidad al puerto puesto que se facilita la manipulación y traslado, tanto de los fardos de hoja de tabaco, como de la producción ya manufacturada.

 Sobre el número de cigarreras, es posible que no se superaran los dos centenares de mujeres las empleadas en estos primeros menesteres y que después, al trasladarse a las dependencias cedidas en la Casa de la Misericordia, queda documentado un censo de unas 500 en 1801, que se disparará en 1882 con un máximo registro de casi 6.200 cigarreras ocupadas en tan ajetreada labor.

 


En 1804, nace en Alicante Juan Bautista Domínguez, quién en su anhelo de ser arquitecto cursará estudios en la alicantinísima Escuela Náutica, pasará por el Real Colegio de Caballeros Guardia Marinas de Cartagena y se especializará en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos en Valencia.

 En 1832 procederá a presentarse a examen, tal como era obligatorio, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, sometiéndose a la normativa o protocolo dictado según Reales Órdenes de Fernando VII en 1801, que obliga a los examinados a realizar dos proyectos.
 


 Al primero se le denomina “prueba de pensado” y consiste en diseñar y desarrollar mediante libre elección, el proyecto de un edificio de primer orden. Y el segundo, de concepto “prueba de repente”, será un proyecto a elegir entre tres temas propuestos por el tribunal examinador.  Juan Bautista Domínguez volcó toda su sapiencia y voluntad en ambos proyectos, eligiendo como prueba de pensado una Real Fábrica de Tabacos para la Ciudad de Alicante. Como prueba de repente: una puerta y entrada a una plaza de armas.

 Por los planos adjuntos, el proyecto para una Real Fábrica, presenta un edificio donde la magnificencia de su arquitectura se conjuga armoniosamente con las necesidades de su función fabril. Se decanta por un estilo Dórico de geometrías sencillas pero elegantes, en el que la distribución en planta no deja al azar ningún detalle relacionado con la manufacturación del tabaco: cuerpos auxiliares al edificio principal para los almacenes generales de las distintas labores de fuma y para el tabaco en polvo, pequeños patios laterales en los que sus fuentes cumplen su objetivo en el mojado de la hoja del tabaco y también para el lavado de máquinas y útiles. 



 Dependencias para el servicio de guarda y vigilancia, para los porteros, para los escribientes y para la tesorería. Otras tantas para los molinos de tabaco en polvo, empaquetado y llenado de botes y para los trabajos del tabaco de cuerda. Talleres de hojalatería, carpintería y depósito de maderas. Talleres de elaborados y empaquetado, depósitos de enseres y Sala de Juntas y de Dirección…, y así todo detallado en las leyendas adjuntas a los planos de planta.

 El proyecto, la presentación y el desarrollo del mismo con la minuciosa memoria de trabajos preparatorios del terreno, materiales de construcción a intervenir y fases de la obra, encantó al tribunal examinador, el cuál no tuvo duda alguna para otorgarle la admisión en la Real Academia y para reconocerle en titulación como Maestro Arquitecto.

 El conjunto de toda aquella monumental obra que, de haberse repetido los pasos de Sevilla y Cádiz en nuevas construcciones, hubiera podido llegar a ser otro magnífico edificio histórico en nuestra industria del tabaco, alcanzaba el presupuesto y desembolso de 15.384.503 reales de vellón.

 

 

Documentación          

       “…, Arquitectos y Maestros de Obras alicantinos, … (1760-1850)” por Juana Mª Balsalobre

       Colecciones de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando - Madrid

 

 

      

 

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