viernes, 23 de agosto de 2024

027 - Pirateando los "Caribes" (1 de 2)

 

Lladres sense mesura

 

    Dado de que en estas crónicas, el orden cronológico no es necesariamente determinante para la comprensión de cada una de ellas por sí mismas y ya que hemos estado revisando la relevancia de algunas personas vinculadas a la historia de la industria española del tabaco, pondremos la atención sobe dos pesos pesados que llegaron a alcanzar la gloria de convertirse en dos buenos “personajes”.

 

    Por sus vidas y por sus acciones en el ámbito de la tabacalera patria, bien puede calificárseles como dos filibusteros …dos piratas de mucho cuidado. Ambas definiciones no están usadas al azar, sino que serían el retrato perfecto de sus alevosías: los piratas actuaban a libre albedrío y saqueaban y atacaban a sus presas por el exclusivo beneficio y lucro personal; los filibusteros actuaban de igual modo que los piratas, pero, además, crearon la Hermandad de la Costa -la del Caribe y alrededores- y se aplicaron de firme en el contrabando de todo tipo de mercancías. 

 

 

"Caribes" producto emblemático de nuestra Tabacalera S.A. - "Para selectos fumadores de cigarros" ...era su eslogan de venta.

 

 

    Y ya que estamos en los preliminares, usar el símil de «Pirateando los “Caribes”», lleva la intencionalidad de relacionarles aún más con la Tabacalera a través de uno de nuestros más distinguidos productos en antaño:  los cigarros Caribes …para selectos fumadores de cigarros. Dicho esto, arrancamos con la crónica. 

 

    Habiendo quedado anunciado ya en la crónica nº 12 que hablaría de él, Juan March Ordino, a quien sus convecinos de Santa Margalida …un pequeño pueblo del terruño profundo mallorquín, apodaron “En Verga” por el accesorio -una vara- que usaba su familia para desenvolverse en la que fuera su primera profesión y sustento: la crianza de ganado porcino, será nuestro primer personaje.

 

    Y haciendo uso de una de sus distintivas frases, él solo hará sus propias presentaciones: Si robas un pan, te llamarán ladrón. Si robas un millón, te dirán estafador. Pero si robas cientos de millones, te llamarán magnate y se arrodillarán ante ti” - Juan March. Bajo este crudísimo precepto y con dos de sus empresas más notables e importantes, su vida, su obra y sus pecados quedarán explicados.

 

 

Juan March Ordino, en el umbral de una de sus propiedades - Año 1949, fotografía realizada por Dmitri Kessel, del fondo documental de LIFE Photo Collection

 

    Con la fundación de la naviera Compañía Transmediterránea en 1916 le quedó ajustadísimo como un guante el que fuera su otro sobrenombre y gloria: el último pirata del Mediterráneo. Así le quedo puesto por el político conservador y nacionalista Francesc Cambó …y no se equivocó. Escarceó “amoríos” con toda clase de condición y política: fue monárquico, diputado a Cortes por Izquierda Liberal, reconvenido y acomodaticio primoriverista, fervoroso republicano, conspirativo faccioso, agradecido franquista …germanófilo, anglófilo, insaciable neocapitalista y tantos otros posicionamientos más como los que le fueran provechosos en todos sus negocios y chanchullos “gansteriles”.

 

    Se hace curioso el detalle de que, si bien pasó a la triste historia reciente de nuestro país como el avalista y el fiador financiero de la sublevación golpista de julio de 1936, anteriormente, en 1930, un comité revolucionario le pidió ayuda financiera para derrocar a la monarquía e instaurar la República ofreciéndole a cambio respetar sus negocios una vez hubieran triunfado. En ese momento, Juan “En Verga”, no estuvo por la labor; lo más probable es que con su Banca March, fundada en 1926, ya anduviera en tratos con los conspiradores militares del primer intento de golpe de estado contra la II República: la Sanjurjada, en 1932.

 

    Poco o ningunos fueron los “ascos y melindres” que le hiciera a cualquier negocio que le produjera mucha más riqueza y que aumentara su poder. En 1955, incluso, y para limpiar su imagen ante la sociedad española, a modo de mecenas y de benefactor de las artes y de los fines sociales, imitando a sus homónimos Rockefeller y Carnegie, creó la Fundación Marcha que, por supuesto, por la puerta de atrás, le seguía revirtiendo beneficios a través del complejo entramado financiero y fiscal diseñado. En el momento de su fallecimiento en marzo de 1962 tras sufrir un gravísimo accidente de automóvil, su fortuna personal le colocaba en un nada desdeñable séptimo puesto del ranking mundial. 

 

 

En la fotografía superior, la sede de la Banca March en Palma. En la inferior, el edificio de la Fundación March en Madrid.

 

    Desde un muy pronto abandono de los estudios de Comercio que le procuró su padre con el fin de afianzar el negocio familiar, Juan March mostró una capacidad innata y muy ambiciosa para ganar dinero: desde niño ya prometía …en su pueblo natal, vendía a los chicos mayores caladas de cigarrillos a razón de cinco céntimos por cada una.

 

    Y como el asunto del tabaco no era un negocio insustancial, fijó en él su atención y fue adquiriendo empresas tabaqueras en el norte de África a todo lo largo y ancho de los protectorados de España y Francia, y se enfrentó muy denodadamente a los intereses del monopolio estatal de la Compañía Arrendataria de Tabacos …posteriormente, Tabacalera S.A. Tuvo en su sobresaliente haber, el hacerse con el mercado exclusivo del tabaco en las plazas militares de Ceuta y de Melilla …¡y los enemigos de España, eran los moros!  

 

    El contrabando a través de sus propios buques y compañía naviera, le fue tan rentable que le hizo imbatible en el mercado negro frente a los altos precios y la cuestionable calidad de los productos nacionales. Compró, sobornó y corrompió a cuantas personas y estamentos se hizo necesario: políticos, accionistas, Cuerpo de Carabineros, Guardia Civil, comerciantes, empresarios, ciudadanos de pueblos enteros que sobrevivían con el negocio del contrabando, etc.

 

 

Producto y fábrica de la marca Juan March Ordino.

 

    En esta línea ascendente y prácticamente sin obstáculos, se topó con la incorruptibilidad de un hombre íntegro y de honor; Francisco Bastos y Ansart, teniente coronel de ingenieros, escritor, político y director gerente de la Compañía Arrendataria de Tabacos entre 1922 a 1925. Este hombre entendió que para atajar convenientemente el problema que le producía fiscalmente y en devengos el contrabando, debía de implementar mejores salarios a los servidores del Resguardo del Tabaco -ya fuera marítimo o terrestre-, dotarles de más medios y de mejores recursos y sobre todo, actuar firmemente en la raíz del problema denunciando frontal, públicamente y con decisión a Juan March.

 

Fábrica en Orán propiedad de Vicente Jorro Tours, alteano que en 1876 se instaló en territorio argelino levantando tres factorías de tabacos. En 1904, vendido a Juan March el 50% del conjunto de sus negocios, ambos pasaran a ser socios y en adelante, estrechos colaboradores en cuanto proyecto desarrollara March. Uno de sus mejores clientes ...y  a la vez plataforma para extender el contrabando, fue el ejército. Ya fuera español o francés, en los dos protectorados del norte de África, sirvieron de mercado y de vehículo para el trasiego del tabaco de March, allende su origen en Orán.

 

 

    Para desgracia de sus males, el nivel de corrupción institucional y político que se gastaba March hizo que el intento fuera fallido y que le supusiera la destemplada salida del cargo. Restituir su honor y credibilidad, le obligó a investigar a fondo la obra y miserias de su oponente. Con lo recopilado, a modo de diario novelado sobre la propia vida de Juan March …rebautizado como Juan Albert en el libro, Manuel Domínguez Benavides, escritor y militante comunista, publica “El último pirata del Mediterráneo” provocando entonces una gran conmoción social.

 

    Enfurecido ante el agravio recibido, Juan “En Verga” ordenó la compra y posterior destrucción de cuántos ejemplares del libro salieran a la venta, aunque, no pudo evitar que se imprimieran 15 ediciones. 

 


 

 

    De esta su furia y de sus maneras gansteriles, también le persigue una leyenda negra personal: en su biografía puede contarse el oscuro pasaje de la muerte violenta - encarnizadamente cosido a puñaladas- del hijo de uno de sus socios y amigo de la familia, Rafael Garau, a quien para su mortal desgracia se le había insinuado por escrito una muy almibarada enamorada Leonor Servera, la esposa de Juan March. La misma leyenda insinúa que Garau y Leonor llegaron a ser amantes. A Juan March, pese a ser señalado por todos como responsable del asesinato de Garau, no se le tocó un solo pelo.

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario