Pepa la cigarrera
Es curioso cómo teniendo al alcance inmediato una información, en ocasiones, con la seguridad de tenerla siempre a mano para releerla, sabes que la tienes …que está, pero, te sorprendes cuando finalmente vuelves a hacer uso de ella, y más, si es mucho el tiempo transcurrido. Algo así me ha pasado con las gentiles colaboraciones que nos dedicaron para dar contenido a nuestro libro conmemorativo «“20 de Mayo - Hechos y Dichos de una Tradición”, 1844-1994, Fábrica de Tabacos de Alicante».
Aquellos textos adquieren de nuevo importancia, ofreciéndome información sobre los aspectos y contextos con los que trabajo en estas crónicas con las que intento hacer trascender nuestra historia y tradición tabaquera. En la crónica que hoy inicio, el excelente artículo de Jaume Lloret i Esquerdo, “El teatre a Alacant i la Fábrica de Tabacs”, va a ser pilar fundamental para desarrollarla.
Leído y releído su artículo, en la relación del arte teatral alicantino con las cigarreras y su mundo, Jaume Lloret glosa con amplios datos y con detalladas descripciones cómo, entrados en el siglo XX, la producción teatral en Alicante se basa fundamentalmente en obras breves del costumbrismo local en las que quedan recogidas importantes referencias a cómo se vivía y cómo era Alicante.
Reconocida a esa literatura su gran valía como registro sociológico de un momento temporal, su aspecto más desafortunado …si acaso, se encontraría en la general y escasa previsión y predisposición a que de estos textos quedara fiel constancia. Al ser consideradas como piezas teatrales menores, los juguetes, sainetes, zarzuelas y apropósitos, como piezas literarias se ven relegadas al entretenimiento y el disfrute de un gran público masivo, carente …presumiblemente de excelencia cultural.
También ayudó en ese aspecto desafortunado
el que fueran obras muy efímeras en la permanencia en cartelera y que sus
contextos de representación se limitaran a las lindes territoriales más
próximas. Pese a todo, todas estas producciones teatrales gozaron de una gran
popularidad y fueron siempre muy bien recibidas por el gran público pues
cumplían sobradamente con esa mencionada condición del esparcimiento y el
entretenimiento popular.
Ante la falta de la edición y publicación de los textos, el indagar en la hemeroteca de la prensa histórica nos ofrece la posibilidad de auxiliarnos en el estudio de los mismos gracias a las reseñas de espectáculos de los diarios, dándonos datos de sus tramas y de sus personajes. Como resultado de esa búsqueda, con las artes escénicas como medio divulgativo, los alicantinos también podemos hablar de una cigarrera literaria propia.
Si acaso Madrid, Sevilla y A Coruña, como ciudades que contaron con Reales Fábricas de Tabacos, se precian de contar con cigarreras ilustres que surgieran de reconocidas plumas literarias y que, después, han sido motivo de estudio creando los estereotipos de las cigarreras como mujeres de “raza” o como valerosas partícipes de la causa feminista, las Rosa, Carmen y Amparo, de Faustina Sáez de Melgar, Prósper Merimée y Emilia Pardo Bazán, también tuvieron una homóloga en Alicante: “Pepa la cigarrera”, de José Ferrándiz Torremocha, escrita y estrenada en mayo de 1930.
Con anterioridad a ese estreno, con contenidos y tramas que versaran sobre las fábricas de tabacos y las cigarreras, en Alicante ciudad y en sus coliseos teatrales, con más o menos protagonismo, pudieron verse representadas ambas figuras en obras como: “A la puerta de la Fábrica”, sainete costumbrista en verso de Adalmiro Montero Pérez, del que no hay constancia de fecha y de local pero que, por referencias escritas, parece que como argumento se trataba de los amores incomprendidos entre una jovencísima pareja -ella cigarrera- que no contaban con la aprobación de sus familias y amigos para esa relación. No serían “montescos” y “capuletos”, pero ¡vamos …toda una trama clásica!
En el Teatro Principal se representarían: “La Cigarrera de Cádiz” de José Sánchez Albarrán, en julio de 1849, “Alicante Moderno”, una revista lírica dramática que revisaba a modo de crítica local los avances urbanísticos y el desarrollo industrial de la ciudad, escrita por Vicente Tafalla Campos y musicada por Luís Foglietti se estrenó el 30 de octubre de 1894 e incluía un cuadro artístico dedicado a la Fábrica de Tabacos de Alicante; también se representaría, “Carmen”, la ópera de Georges Bizet en febrero de 1895. Por la impronta del edificio, todas ellas se anunciaban como obras “mayores”.
Añadido a ello, se tiene constancia de otras piezas “menores” en las que, pese a no ser enteramente protagonistas, en algún que otro coro o diálogo se menciona a las cigarreras y a sus maneras y vivencias. Sainetes líricos, zarzuelas y similares, conformaban el “género chico”. Esbozado el contexto artístico local en el que la Fábrica de Tabacos y las cigarreras es considerado parte importante de la historia de la ciudad y de su estatus social, llega el momento de presentar a nuestra “Pepa la cigarrera”.
En esta obra, Ferrándiz Torremocha, aun dándose la estructura característica del sainete costumbrista en la que sus protagonistas se presentan carentes de grandes complejidades conductuales, les dota de una trama moral profunda tratada con gran respeto. Lo corriente era presentar personajes de opereta, con diálogos cortos, más ocurrentes que profundos …hasta algo frívolos, pero, en “Pepa la cigarrera” se acaban dando razones morales que pretenden aportar un carácter aleccionador y ético en la resolución de la trama.
En “Pepa la cigarrera” se desarrollaba un conflicto social muy frecuentemente presente en toda clase de producciones teatrales: la del mundano y desaprensivo conquistador de mujeres -el peixcaor de dones- que busca su acomodo y beneficio sin esfuerzo ni trabajo y que, en este caso, fijará su objetivo en la hija de una cigarrera, presumible futura cigarrera también.
Bien por sus recursos literarios, bien porque Ferrándiz Torremocha tenía un trato muy cercano y de gran respeto para con las operarias de la fábrica de tabacos, con su inteligente y despierta observación del entorno laboral y social de las cigarreras, logra reproducir con absoluta y acertada veracidad sus pensamientos y sus reacciones. Supo hacer confluir armónicamente en su libreto a la sátira, la comicidad, la emoción y hasta las pasiones, llegando a reconsiderar la moral social que reía estos procederes, haciendo del nudo y del desenlace de la trama una recapitulación de los mismos hacia la corrección de los vicios y el enaltecimiento de las virtudes.
En la redacción de Jaume Lloret se hace constar esto mismo transcribiendo lo que en el programa anunciador, Ferrándiz Torremocha escribió para las cigarreras: “dedicada a las cigarreras alicantinas… es el mejor elogio de la mujer alicantina toda laboriosidad y honradez… para nuestra fabricanta no existe más que familia y trabajo”. Siendo Pepa …Pepica, la cigarrera madre, una mujer temperamental y de firmes convicciones, el mezquino conquistador …Emilio, el peixcaor de dones, no alcanzará el éxito en sus malintencionadas tentativas para con su hija Carmen.
Las reconocidas y siempre aplaudidas actrices alicantinas Asunción Antón y Teresa Barrachina interpretaron los papeles de Pepica y de Carmen. Al avieso y despreciable seductor, le dio vida Antonio Prieto, otro de los habituales e importantes actores de los coliseos alicantinos. Elogiada y muy aplaudida fue la interpretación de Manuel Álvarez para su personaje: “Colau, el peixcaor de caña” que, para dotarlo de la mayor credibilidad, anduvo aprendiendo las artes de la pesca con caña, compartiendo pacientes horas con los habituales del Muelle de Costa alicantino.
La obra la disfrutaría el público en dos versiones, la primera literalmente teatral, estrenada el día 16 de mayo de 1930 en el Salón Monumental y en 1934, ya transformada en sainete lírico musicado por el maestro Oscar Torderá, se estrenaría doblemente el día 17 de mayo en el Salón Monumental y el día 16 de junio, en el Salón España. De esta segunda creación lírica, resultó enormemente elogiado el pasodoble de “Pepica, la cigarrera”, también referido como “el pasodoble de las cigarreras”.
En todas esas fechas, el éxito fue rotundo, el público presente recompensó al autor y al cuadro de actores con sus aplausos. Como particular paradoja de ese constante protagonismo social que siempre tuvieron las cigarreras, la obra fue fiel testigo y sufridora de las inquinas que por unos u otros motivos también despertaban. En el momento del primer estreno en 1930, en los días previos a este, cierta polémica generó infames controversias y algunas cartas a la redacción de los diarios alicantinos.
José Ferrándiz Torremocha, además de como masón, políticamente era conocido por su destacada defensa de la renovación republicana alicantina; así mismo, las protagonistas a las que dedicó esta obra, en total mayoría, también se estaban destacando muy activamente con la revolución obrera que supuso la constitución de la sección local de la Unión Tabacalera y el afianzamiento de la Federación Tabaquera Española. Sumando ambas idiosincrasias, desde la oposición política fuera de los muros de la fábrica y desde su interior con la connivente participación de jefes y cigarreras amarillistas, a las cigarreras y al dramaturgo se les intentó enfrentar alimentando un ofensivo descrédito público: se hizo correr la voz de que en las estrofas de Ferrández Torremocha, había mucho de grave ultraje hacia el honor y la moral de las trabajadoras alicantinas.
La respuesta, aclaratoria y a la vez acusatoria de tan bajos y bastardos intereses, la ofreció Ferrándiz Torremocha a través de la prensa (1). Su principal defensa se amparó en algo tan sencillo como una recomendación: “Vayan a ver la obra”, y para con el señalamiento vergonzante dejó escritas sus consideraciones y pasó página; las reseñas de espectáculos con esta obra siguieron siéndole elogiosas y significaron la reconfortante recompensa al intento de desprestigio.
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"Personatges de l'Escena Alicantina de Jaume Lloret i Esquerdo, 2002 |
El respetuoso vínculo con las cigarreras continuó intacto y gracias a su pluma y creatividad, en Alicante, tal como en Madrid, Sevilla y A Coruña, podemos sentirnos orgullosos de tener una cigarrera literaria y que, aunque no dispongamos del libreto …por las crónicas periodísticas también sepamos que se trató de una obra con naturaleza moral en la que se dignificó a una generación de mujeres valientes, con carácter propio y fieles defensoras de sus familias y de su tradición laboral.
Lo dicho, si en esas ciudades tienen a sus Rosa, Carmen y Amparo, a mucha honra, en Alicante también tenemos una cigarrera con nombre propio y para nada, “menor”: “Pepa …Pepica, la cigarrera”.
(1) El Luchador (23-05-1930), Diario de Alicante (24-05-1930) y El Luchador (03-06-1930)
Fuentes documentales:
- Hemeroteca Digital de la Prensa Histórica:
- El Día (16-05-1930)
- Diario de Alicante (24-05-1930)
- El Luchador (23, 29 y 30 de mayo 1930) (03 y 06 de junio 1930)
- El Luchador (17-05-1934) (06 y 16 de junio 1934)
- Jaume Lloret Esquerdo: “El teatre a Alacant i la Fábrica de Tabacs”, colaboración en “20 de Mayo, Hechos y Dichos de una Tradición — 1844-1994”
- Vicente Ramos Pérez: “El Teatro Principal en la Historia de Alicante (1847-1947)”, publicado en 1965
- Fondos documentales de Archivo Fundación Mediterráneo – Alicante “Legado Teatro Principal”
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