A vueltas de nuevo con la cristiana beneficencia y caridad
Tal como a viene a darse con las hembras de toda especie, también para las cigarreras, como madres que trabajaban …y muy duro, la atención y el cuidado de sus hijos, fue una cuestión primordial y múltiple veces batallada frente a los gerentes de la industria tabaquera.
Ante la cantidad de horas que dedicaban al destajo con el fin de alcanzar un jornal diario aceptable, pelear por esta cuestión pasó por diferentes posibles soluciones no dejando de ser, no obstante, el interesado criterio de “la empresa” el que siempre se imponía.
Pasando por el pico más importante de casi 6.200 cigarreras censadas formando parte del proceso productivo a diario en la Fábrica de Tabacos de Alicante en 1882 y pese a su posterior merma en las incesantes amortizaciones de puestos de trabajo, es bastante fácil hacerse una idea de la criticidad de atender a estos hijos que presumible y numéricamente también debiera de ser de significativa magnitud.
Por ese interesado criterio antes mencionado, en las fábricas se permitía el que los recién nacidos acompañaran a sus madres en los talleres. No pocos son los grabados y las obras pictóricas donde se nos muestra esa presencia de niños pequeños en cunas o banastos junto a las cigarreras mientras éstas elaboran sus cigarros. De la fábrica de Sevilla, se sabe de la permisibilidad incluso para que pudieran asistir con cuidadoras o niñeras.
Yendo todavía más lejos, desde infantes y sobre todo las niñas, acompañaban a sus madres en estas labores con la interesada contrapartida a futuro del relevo laboral de madres a hijas; esas jovencísimas manos iban adquiriendo la suficiente experiencia y adiestramiento necesarios para preservar un puesto de trabajo. La “empresa” a su vez, se garantizaba la continuidad de una formación y de un nivel de productividad que, por su condición de mano de obra barata, le retribuía grandes beneficios.
Con su magnanimidad y paternalismo sembraba y abonaba de continuo tanto la fidelidad de esas mujeres y de sus familias, como la esperanza de un servilismo sin cortapisas. En esto último no anduvieron muy espabilados, pues, con la llegada del siglo XX, alcanzada y afianzada la conciencia de lucha obrera por parte de las cigarreras, la esperanza les salió algo “rana”.
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Cigarreras sevillanas de 1886 - A.H.P.SE Jovencísimas aprendizas y una niña que "juega con" o manipula tabaco entre sus manos. |
La magnanimidad y el paternalismo venía dado por el fiel reflejo de un orden social que posicionaba y mantenía a las clases bajas en la asfixiante y más pertinaz pobreza. Tal vez para calmar y acallar sus conciencias, la caridad y la beneficencia era algo que gustaba ejercer a los notables, a los burgueses acomodados y a una emergente clase social del comercio adinerado.
Podríamos enfocarlo desde la óptica de una cristiana ayuda para el bien común, …podríamos, pero no fue tanto así, sobre todo, en el convulso siglo XIX, donde los privilegios y los derechos sociales sólo los detentaban los anteriormente mencionados. La clase baja ya hacía bastante con sobrevivir a la escasez y a la constante sangría de ver enviados a morir a sus hijos por toda clase de guerras locales o allende nuestras fronteras nacionales para la gloria de la patria y el honor de los engolados espadones.
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Retornando a la caridad, a la beneficencia y a las cigarreras, ya en crónicas anteriores se ha señalado que, sobre el propio trabajo de las cigarreras, no siendo asalariadas sino estajistas, gerentes y administradores consideraban el darles trabajo en las fábricas como una cuestión de caridad para que tan desgraciadas mujeres pudieran llevarse unos pocos reales a sus hogares. Pues con lo del cuidado de los hijos, que ni por asombro entonces pudiera contemplarse como una garantía social en lo laboral y mucho menos aún, pudiera llamársele “derecho a la conciliación familiar y laboral”, más de lo mismo. ¡De querer caldo, …pues toma dos tazas!
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Fragmento del cuadro "Las cigarreras en el interior de la Fábrica de Tabacos de Sevilla - 1915", de Gonzalo Bilbao, que alcanzaría a ser llamado "el pintor de las cigarreras" - Museo del Prado |
Mediado el siglo XIX, e incluso todavía durante las dos primeras décadas del XX, en la atención y el cuidado de los hijos de las familias obreras, la caridad mediante los asilos y las escuelas para pobres, protagonizaba las iniciativas de las familias pudientes y de los gobernantes. Ofreciéndose algunos ejemplos para con las cigarreras, en Alicante y en 1867, sería Marta Barrié Labrós, quién al frente de una sociedad de señoras caritativas de la alta sociedad promoviera la apertura del Asilo Escuela de Nuestra Señora del Remedio, dando atención …principalmente, a los hijos de las cigarreras y de las lavanderas y planchadoras.
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Sólo por ilustrar esas mismas necesidades de cuidados para con sus hijos, otro cuadro de escenas costumbristas, en este caso "Lavanderas discutiendo - 1871", de José Jiménez Aranda |
En su inicio se aperturó mediante alquiler en una casa de la calle San Vicente y, quedándose pequeño en superficie y escaso en atenciones, en 1878 se reinstaló en el Paseo de Campoamor en lo que anteriormente fuera el Convento de Capuchinos. Por si hubiera dudas sobre la naturaleza de la significación caritativa, siendo una institución que dependería económicamente del consistorio alicantino y de las donaciones de los ciudadanos adinerados, su concepto nació como Asilo de Niños Pobres, su atención se encargó a las Hijas de la Caridad y su extensión se amplió a todos los niños a los que sus padres no pudieran atender por tener que dedicarse cumplidamente a su trabajo, ya fuera en el campo, en la construcción, en los talleres, en el muelle, …y sobre todo, en la Fábrica de Tabacos. 300 fueron los primeros niños alicantinos atendidos por solo siete Hijas de la Caridad.
Paradójica fuera la situación de que, a esa caridad …y recogido en la prensa histórica queda (1), las cigarreras tuvieran que acudir en no pocas ocasiones con su siempre impronta solidaria a socorrer, desde sus propias escaseces, la falta de alimentos para esos niños y para todos los demás desamparados que alcanzaban cobijo en el Asilo. Conociendo la falta de alimentos, retraían cuanto podían de los condumios de sus “cabasets” para solventar el hambre en aquella institución.
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"La Ilustración Española y Americana", publicación de 8 de junio de 1872. |
Mediando un orden cronológico, igual modelo de institución y de “caridad cristiana” podemos encontrar en el Madrid de 1841 con la fundación de la Escuela de Párvulos para los niños familiares de las operarias que dependió de la Escuela Pía de San Fernando. En Cádiz y en 1872, el Asilo para los hijos de las cigarreras, dedicado a la Reina María Victoria quién, como ingreso regular anual, prometió al consistorio gaditano la cantidad de 6.000 reales para el sustento del establecimiento. Y entrados en el siglo XX, en 1909 y en Valencia se construiría el Asilo de la Lactancia para los hijos de las cigarreras. Y solo son algunos de los ejemplos.
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Valencia - Revista "Actualidades", de 23 de junio de 1909 |
(1) “El Graduador” 28-11-1877, “El Alicantino” 13-01-1894, “Alicante Obrero” 18-05-1916
Fuentes documentales:
Hemeroteca de Prensa Histórica
“Las escuelas de párvulos de la Fábrica Nacional de Tabacos de Madrid – (1841-1859)”, de Mª Carmen Sanchidrián Blanco
"La Fábrica de Tabacos de Alicante", de Caridad Valdés Chápuli
www.manuserran.com
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