martes, 23 de enero de 2024

016 - La adversa mecanización y la moralidad de las cigarreras

 

    Como en cualquier otro campo industrial, en el mundo del tabaco, la innovación tecnológica ha tenido el lógico e importante protagonismo de adecuarse a los tiempos modernos y sobre todo, de marcar las diferencias en la feroz competitividad de costos finales de producción. La manufacturación, la elaboración artesanal del cigarro o de los cigarrillos, al llegar la mecanización, quedó sólo para el recuerdo y las grandes ocasiones .

 

    Introducida la mecanización en las fábricas de tabacos, su presencia y su aumento en número se hizo imparable. En porcentaje totalmente inverso, la presencia de la mano de obra, fue decreciendo. Fueron las cigarreras las más perjudicadas viendo cómo su colectivo iba desapareciendo de forma muy preocupante: en pocos años la amortización de los puestos de trabajo se contabilizaba por miles de ellas.

 

    En el análisis de esta regresiva evolución, como referencia se toman dos periodos: el primero nos lleva de 1887 hasta 1920, siendo críticos cada intento de imposición de esa tecnología a la que el colectivo laboral miraba con total y muy huraña desconfianza; el segundo arranca a partir de la segunda década del siglo XX, asumido ya por ese mismo y superviviente colectivo obrero que la mecanización es un elemento tecnológico transformador que arrasa de forma imparable haciendo inútil toda lucha en su contra.

 

Collage con extractos recogidos del diario "La Correspondencia de Alicante" del día 5 de febrero de 1908, sobre la ilustración realizada por Naím Sousa para la publicación "Historia de Alicante - Entre dos castillos" promovida por el Departamento de Memoria de Alicante,  Concejalía de Cultura y Ayuntamiento de Alicante. Proyecto coordinado por Pablo Rosser Limiñana - 2021

    Sonado y de muy graves consecuencias fue el motín de las cigarreras alicantinas el día 5 de febrero de 1908 cuando, a la recepción desde el puerto de casi una cincuentena de cajas de madera que en su interior portaban moderna maquinaria semiautomatizada, en defensa de sus puestos de trabajo y del presente y futuro de sus familias, totalmente enardecidas y casi “fuera de control” destrozaron esas máquinas, haciéndolas irrecuperables y obligando al Gobernador Civil y al Alcalde ha solicitar la enérgica y autoritaria intervención de todas las fuerzas policiales disponibles: Guardia Civil, Carabineros, Guardias Municipales y Agentes de Seguridad (1).

 

A James Albert Bonsack se le debe este modelo de liadora patentado en 1882. Algo después, acabó considerada por el colectivo médico científico como "el artefacto más mortífero de la Historia"

    La Fábrica de Tabacos de Alicante libró “por los pelos” de ser cerrada y de que todas sus cigarreras quedaran sin trabajo y sin ingresos, arrastrando tras de sí y al desastre, a los comercios y a la economía de la ciudad. La anteriormente referida como inclemente desaparición de puestos de trabajo, tuvo estos referentes: en 1801, año en el que arranca la producción en el edificio de la Casa de la Misericordia, se contabilizaron como sus primeras empleadas, alrededor de 500 cigarreras; en 1882 se alcanza el número más alto de cigarreras siendo censadas en 6.200 operarias. En 1920 sólo son 2.236.

 

    De entre los inventores que se prodigaron en la construcción de nueva maquinaria para la industria del tabaco, no alicantino, pero, sí unido a nuestra historia por su gran invento -el submarino Ictíneo- que se probara en aguas de nuestro puerto en marzo de 1861, Narciso Monturiol, asociado a otro ingeniero, el Sr. Borrás, ideó y desarrolló una máquina de confeccionar cigarrillos de papel que, aunque, al parecer no se adquiriría por la Compañía Arrendataria del Tabaco española, sí se llevó a las fábricas cubanas, mejicanas y portuguesas.

 

  

    La Gaceta Industrial, de 1867 (2), inserta un artículo que, proveniente del Diario de Barcelona, pretende dar a conocer la nueva máquina y su descripción funcional aún cuando, desde el colectivo de la ingeniería industrial, todavía se tienen ciertas dudas sobre su realidad y correcta funcionabilidad. En algunos estudios posteriores sobre su vida e inventos, se llega a la conclusión de que gracias a su gran capacidad como experto en propaganda, Monturiol se dedicaba a difundir interesados y fantasiosos relatos que le servían para adornar sus ensayos, desviando la atención sobre sus fracasos (3). Fatalmente, con esto aumentaba su propia leyenda negra.

 

    En el artículo se le da relevancia a que un solo operario sería capaz de manejar al unísono cinco de estas máquinas con un resultado en producción de 180.000 cigarrillos en diez horas de trabajo, sobre los escasos 5.000 que podría confeccionar manualmente el más hábil de los cigarreros cubanos. Se hace una puntual descripción de los principales procesos que realiza: la distribución del tabaco, la colocación del papel, el corte, el torcer los cigarrillos, rematarles la perilla y la recogida del producto final, todo en solo 21 movimientos mecánicos tan gráciles y suaves como si un cuerpo de ballet clásico estuviera actuando. Se remata la información indicando que el desperdicio de labor útil, se fija en un asombroso “tres por cada mil”, por solo falta de llenado de hebra en los cigarrillos.  

 

    Tras alguna descripción y opinión más, Dámaso Calvet, el redactor del artículo, ingeniero industrial, catedrático de dibujo técnico, poeta y dramaturgo, amigo próximo a Monturiol, tras hacerse unas preguntas, le da un giro sorprendente al mismo llegando a unas conclusiones personales que, por desgracia, y de cómo se presumían a las cigarreras y a las fábricas de tabacos, eran muy propias de la época.

 

Lo de Mestre en Gay Saber hace referencia al título honorífico con el que se investía al ganador de tres premios ordinarios de los Juegos Florales de Barcelona.

    Se pregunta Calvet “¿la invención de esta máquina, constituye un progreso, responde a una necesidad, es útil o prejudicial a la raza humana?”. Él mismo se contesta, argumentando a lo primero que, si se atiende a las condiciones de fabricación y a la mejora de las condiciones higiénicas de la misma, “la máquina de los Sres. Monturiol y Borrás es un verdadero progreso”.

 

    Si acaso se enjuiciara el que con su propagación se abarataran los costes y que, por ello, el consumo del tabaco se expandiera aún más, dado el criterio de médicos y de científicos sobre su carácter dañino para la salud y la fuerza reproductiva del hombre, generalizándose tal consumo como un vicio “debemos decir que esa invención es un mal” pues acabaran llenándose “los asilos de la caridad de seres ineptos para la reproducción de la especie”.

 

    La guinda del pastel, la termina colocando Calvet al añadir que, considerándose el trabajo en las fábricas de tabaco de las colonias como todavía de semi esclavitud, “la máquina de los Sres. Monturiol y Borrás economizando el trabajo manual, contribuirá, pues, en su esfera a la obra de la abolición, proporcionará nuevos brazos a la agricultura, y en España volverá al hogar doméstico ese número inmenso de mujeres, tipo especial en ciertas capitales, que vegetando por una atmósfera físicamente venenosa y moralmente corrompida, llevan impresos en la palidez de sus flacas carnes, en sus malas digestiones, en sus dolores de cabeza y en su vejez anticipada, los efectos de una planta cultivada para un vicio y elaborada en la esclavitud o en talleres en los que la moralidad tienen tan pocos amigos. Dámaso Calvet dixit.

 

Grabado para la revista "La Ilustración Española y Americana" - Cigarreras sevillanas a finales del siglo XIX - Enrique Paternina 


 

    En un apunte anterior en el tiempo, el 12 de mayo de 1847 en el diario madrileño El Español (4), su corresponsal habilitado en Sevilla, redactando su crónica sobre los disturbios dados en la ciudad el día 7 por el desabastecimiento de pan y su consiguiente desregularización especulativa de precios, con todo un problema grave de hambruna y miseria ante sus ojos, tuvo el “cuajo” de escribir lo siguiente: “…presenta Sevilla el cuadro más triste que puede imaginarse. La alarma en lo interior de los hogares, todas las puertas de las casas cerradas, una considerable multitud, compuesta en su mayor parte de gitanos, cigarreras y demás gente miserable, discurre por las calles y plazas dando espantosos gritos de hambre pidiendo la cabeza de los causantes de la escasez y carestía del pan…”

 

    Se quedó más que a gusto el plumilla encuadrando a las cigarreras sevillanas en ese “…y demás gente miserable”; la mitificación de las cigarreras como mujeres de "rompe y rasga", de mujeres de carácter y con afilada lengua, arrastró a muchos articulistas ...y a no pocos artistas, a crear y recrear la fantasía de hacerlas poseedoras de una muy escasa moralidad.    

 

 

 

(1)    Caridad Valdés Chápuli, en su libro “La Fábrica de Tabacos de Alicante”, pág. 98

(2)    La Gaceta Industrial, 1867  -   Páginas 164 a 166      https://hemerotecadigital.bne.es 

(3)    “El fracaso de Narciso Monturiol – La invención del submarino”, libro de Javier Sanmateo Isaac-Peral

(4)    El Español – 12 de mayo de 1847   Crónica desde Sevilla por el desabastecimiento de pan y productos de necesidad vital, pág. 3

 

    

No hay comentarios:

Publicar un comentario