sábado, 22 de febrero de 2025

0-35 Los hijos de las cigarreras (2 de 2)

 

La Casa Cuna para Alicante …que nunca llegó.

 

        Nombrados los cambios y la evolución social asociados a la lucha obrera, avances médicos y científicos fueron introduciendo normas y obligaciones para que, social y laboralmente, aumentasen las medidas de higiene y las conductas más seguras y saludables en todos los entornos posibles. De la mano del doctor francés León Dufour y en 1894, con relación a los cuidados pediátricos para los niños de familias desfavorecidas, se instaló en toda Europa la corriente de los dispensarios médicos de La Gota de Leche. En Alicante tendría su presencia entre 1923 y 1940.

 

        Influyentes y reconocidos doctores como Carlos Manero, Rafael Gandulla, Pascual Pérez y Ángel Pascual fueron sus valedores y los dos últimos, sobre todo, llegaron a estar profundamente implicados en la defensa de los cuidados de los hijos de las cigarreras y de la salud laboral de estas mismas. Seguía siendo beneficencia, pero ya incluía preceptos médicos y sociales más elevados.

 

"Las cigarreras - 1887", de sus viajes por España, de Sevilla, cuadro realizado por John Bagnold Burgess  De nuevo, no sólo es llamativa la edad de las más jóvenes, sino que, además, queda recogido cómo se adiestra a una niña en el liado de cigarrillos.

 

        De toda esa tendencia en avances higienistas y de la presión social que los reclamaba como una forma de integrarse en la modernidad que revolucionaba todo el mundo, los entornos laborales fueron ganando en mejoras y, casi en un reflejo vivo de lo que hoy día ocurre con los afamados certificados UNE/ISO de salud laboral que le dan prestancia …y subvenciones a las empresas que los obtienen, toda gran empresa que se preciara de estar al frente de la moderna innovación higienista, procuraba publicitarlo a bombo y platillo.

 

        La Compañía Arrendataria del Tabaco y en concreto, con la Fábrica de Tabacos de Alicante, no fue menos …aunque finalmente se le quedara todo en “menos”. Desde 1922, la C.A.T., en todas sus dependencias y a instancias de la insistente presión que se ejercía desde la acción sindical de la Federación Tabaquera Española y desde la prensa escrita, dio paso a estudios e informes que analizaran las condiciones de higiene y salubridad en el que trabajaban las cigarreras.

 

Plano de conjunto del proyecto planteado - Archivo Municipal de Alicante (A.M.A.)

 

        Será en 1923 que se redactará desde Alicante un proyecto de reformas para la fábrica que, teniendo que ver con el retranqueo de la calle Sevilla que se les solicita por parte del consistorio y que siendo la parte delantera ajardinada, el espacio principal a remodelar, propone la construcción de una Casa Cuna para dedicar cuidados pediátricos, de guardería y de lactancia a los hijos de las cigarreras (1). El proyecto en plano es precioso y totalmente innovador y va acompañado por una memoria que se gasta rimbombantes párrafos en su redacción al referirse a cómo sería un proyecto adelantado a su tiempo por cuanto supone adecuarse a esas corrientes higienistas y el cuidar a esos niños desde unas garantías sociales contextualizadas en los convenios alcanzados entre los trabajadores y la empresa, bla, bla, bla…

 

Vistas de alzados y vista de corte - A.M.A.

 

        Lo que no recoge la memoria, pero, sí la prensa local (2), es que el objetivo de las ampliaciones y mejoras a realizar, incluye el aumento de la mecanización y la automatización de las labores a fabricar en los talleres. De siempre, esta cuestión había sido el gran enemigo a combatir por parte de las cigarreras: suponía la eliminación de numerosa mano de obra. De siempre también, su oposición acababa en grandes algaradas y motines.

 

        Pero en estas lides, la C.A.T. también fue aprendiendo cómo sofocar todos esos exaltados ímpetus; de lo complicado que le suponía la acción coercitiva mediando incluso la presencia de las fuerzas del orden público y ejército, pasaron a la hábil “mano izquierda” para acceder paternal y magnánimamente a sus demandas -pero sin extremas concesiones- y al “reclamo de la zanahoria” que supeditaba lo uno para con lo otro: en este caso, los cuidados de sus hijos por la incorporación de más maquinas. 

 

        Experimentados ya en la materia del intercambio, el proyecto y memoria presentaba dos opciones: la construcción de la excepcional y modernísima Casa Cuna que suponía un valor de construcción de 121.530 pesetas y la construcción de un espacio bastante menor que compartía utilidades de contra registro de entradas y salidas, y que le salía a la C.A.T. por sólo 71.890 módicas pesetas.  No hace falta preguntarse cuál de las dos llegó a construirse.

 

Vistas de las dos plantas - A.M.A.  Un proyecto anunciado a bombo y platillo, y al que la Compañía Arrendataria de Tabacos nunca le dio verdaderas posibilidades de convertirse en realidad. 

 

        Del espacioso edificio de dos plantas y jardín, con dispensario médico, sala de lactancia, sala cuna, administración y aseos en su planta baja y, con sala dormitorio, comedor, cocina, ropero, aseos y escuela en la siguiente altura, la cosa …o “casa cuna” quedó en sólo una pequeña sala en el edificio que se construiría en 1928 albergando el primer servicio médico de empresa de la Fábrica de Tabacos de Alicante …del que ya se habló en la crónica 32.

 

Con este otro proyecto, que sí se llegó a realizar, la Compañía Arrendataria de Tabacos sólo se "rascó" el bolsillo con 71.890 módicas pesetas, frente a las 121.530 que le suponía la Casa Cuna.

 

        Por aquello del rimbombante tono que se gastaron en la redacción de la memoria del proyecto, no deja de ser llamativo el posible trasfondo de la noticia que “El Luchador” recogía el 27 de junio de 1924 en la que, desde la subsecretaría del Ministerio de Hacienda, se le trasladan efusivas felicitaciones al alcalde Miguel Salvador Arcángel por tan importante éxito:  haber alcanzado la autorización de Hacienda que daba vía libre al proyecto. Todo eran felicitaciones y parabienes de todos para con todos, pero, al final, los hijos de las cigarreras se quedaron sin su esperada y esplendorosa Casa Cuna.

 

        La experiencia adquirida por la empresa en su estrategia del reclamo “zanahoria”, les funcionaba. Se aumentaron las máquinas y la automatización tecnológica habiendo conquistado el castillo sin disparar un solo tiro. No necesitaron más que fútiles promesas que, después, se incumplieron. La necesidad y el miedo siempre primaron. Incluso en abril de 1929 (3), que la federación tabaquera ya parecía mucho más consolidada, desde la sección local de Alicante, en acuerdo asambleario, se declina el elevar peticiones a la Junta de Accionistas de la C.A.T en complacencia por las mejoras salariales y sociales ya alcanzadas y las que se creen prontas a obtener.

 


 

        La tan ansiada y batallada Casa Cuna para la Fábrica de Tabacos de Alicante sólo tuvo solución cuando, por iniciativa privada y no sin un gran esfuerzo económico, las cigarreras y los tabacaleros levantaron su hoy desaparecido edificio social. Lamentablemente, de aquel su determinado sueño poco pudieron hacer uso: tras la entusiasta inauguración en febrero de 1936, la desventura de la Historia vivida y conocida en años posteriores, le puso fin.

 

 

 

 

     (1)  Archivo Municipal de Alicante

      (2)  “El Luchador” 09-06-1924

      (3)  “El Día” 02-04-1929

 

Fuentes documentales:

Archivo Municipal de Alicante

Hemeroteca de Prensa Histórica

 

 

 

0-34 Los hijos de las cigarreras (1 de 2)

 

A vueltas de nuevo con la cristiana beneficencia y caridad

 

        Tal como a viene a darse con las hembras de toda especie, también para las cigarreras, como madres que trabajaban …y muy duro, la atención y el cuidado de sus hijos, fue una cuestión primordial y múltiple veces batallada frente a los gerentes de la industria tabaquera.

 

        Ante la cantidad de horas que dedicaban al destajo con el fin de alcanzar un jornal diario aceptable, pelear por esta cuestión pasó por diferentes posibles soluciones no dejando de ser, no obstante, el interesado criterio de “la empresa” el que siempre se imponía.

 

        Pasando por el pico más importante de casi 6.200 cigarreras censadas formando parte del proceso productivo a diario en la Fábrica de Tabacos de Alicante en 1882 y pese a su posterior merma en las incesantes amortizaciones de puestos de trabajo, es bastante fácil hacerse una idea de la criticidad de atender a estos hijos que presumible y numéricamente también debiera de ser de significativa magnitud.

 

A modo de dato de contraste, estas tablas estadísticas sobre Madrid pueden servirnos para evaluar la situación de Alicante teniéndose en cuenta que las cigarreras alicantinas censadas por esas fechas alcanzaban las 3.000; un 32% más.

 

        Por ese interesado criterio antes mencionado, en las fábricas se permitía el que los recién nacidos acompañaran a sus madres en los talleres. No pocos son los grabados y las obras pictóricas donde se nos muestra esa presencia de niños pequeños en cunas o banastos junto a las cigarreras mientras éstas elaboran sus cigarros. De la fábrica de Sevilla, se sabe de la permisibilidad incluso para que pudieran asistir con cuidadoras o niñeras.

 

Cigarreras sevillanas a finales del siglo XIX - Archivo Histórico Provincial de Sevilla (A.H.P.SE) Reflejada queda en la toma fotográfica la temprana edad de las jovencísimas aprendizas y la presencia de niños acompañando a las cigarreras.

 

        Yendo todavía más lejos, desde infantes y sobre todo las niñas, acompañaban a sus madres en estas labores con la interesada contrapartida a futuro del relevo laboral de madres a hijas; esas jovencísimas manos iban adquiriendo la suficiente experiencia y adiestramiento necesarios para preservar un puesto de trabajo. La “empresa” a su vez, se garantizaba la continuidad de una formación y de un nivel de productividad que, por su condición de mano de obra barata, le retribuía grandes beneficios.

 

        Con su magnanimidad y paternalismo sembraba y abonaba de continuo tanto la fidelidad de esas mujeres y de sus familias, como la esperanza de un servilismo sin cortapisas. En esto último no anduvieron muy espabilados, pues, con la llegada del siglo XX, alcanzada y afianzada la conciencia de lucha obrera por parte de las cigarreras, la esperanza les salió algo “rana”.

 

Cigarreras sevillanas de 1886 - A.H.P.SE   Jovencísimas aprendizas y una niña que "juega con" o manipula tabaco entre sus manos.

 

        La magnanimidad y el paternalismo venía dado por el fiel reflejo de un orden social que posicionaba y mantenía a las clases bajas en la asfixiante y más pertinaz pobreza. Tal vez para calmar y acallar sus conciencias, la caridad y la beneficencia era algo que gustaba ejercer a los notables, a los burgueses acomodados y a una emergente clase social del comercio adinerado.

        Podríamos enfocarlo desde la óptica de una cristiana ayuda para el bien común, …podríamos, pero no fue tanto así, sobre todo, en el convulso siglo XIX, donde los privilegios y los derechos sociales sólo los detentaban los anteriormente mencionados. La clase baja ya hacía bastante con sobrevivir a la escasez y a la constante sangría de ver enviados a morir a sus hijos por toda clase de guerras locales o allende nuestras fronteras nacionales para la gloria de la patria y el honor de los engolados espadones.

 


        Retornando a la caridad, a la beneficencia y a las cigarreras, ya en crónicas anteriores se ha señalado que, sobre el propio trabajo de las cigarreras, no siendo asalariadas sino estajistas, gerentes y administradores consideraban el darles trabajo en las fábricas como una cuestión de caridad para que tan desgraciadas mujeres pudieran llevarse unos pocos reales a sus hogares. Pues con lo del cuidado de los hijos, que ni por asombro entonces pudiera contemplarse como una garantía social en lo laboral y mucho menos aún, pudiera llamársele “derecho a la conciliación familiar y laboral”, más de lo mismo. ¡De querer caldo, …pues toma dos tazas! 

 

Fragmento del cuadro "Las cigarreras en el interior de la Fábrica de Tabacos de Sevilla - 1915", de Gonzalo Bilbao, que alcanzaría a ser llamado "el pintor de las cigarreras" - Museo del Prado

 

        Mediado el siglo XIX, e incluso todavía durante las dos primeras décadas del XX, en la atención y el cuidado de los hijos de las familias obreras, la caridad mediante los asilos y las escuelas para pobres, protagonizaba las iniciativas de las familias pudientes y de los gobernantes. Ofreciéndose algunos ejemplos para con las cigarreras, en Alicante y en 1867, sería Marta Barrié Labrós, quién al frente de una sociedad de señoras caritativas de la alta sociedad promoviera la apertura del Asilo Escuela de Nuestra Señora del Remedio, dando atención …principalmente, a los hijos de las cigarreras y de las lavanderas y planchadoras.

 

Sólo por ilustrar esas mismas necesidades de cuidados para con sus hijos, otro cuadro de escenas costumbristas, en este caso "Lavanderas discutiendo - 1871", de José Jiménez Aranda
 

        En su inicio se aperturó mediante alquiler en una casa de la calle San Vicente y, quedándose pequeño en superficie y escaso en atenciones, en 1878 se reinstaló en el Paseo de Campoamor en lo que anteriormente fuera el Convento de Capuchinos. Por si hubiera dudas sobre la naturaleza de la significación caritativa, siendo una institución que dependería económicamente del consistorio alicantino y de las donaciones de los ciudadanos adinerados, su concepto nació como Asilo de Niños Pobres, su atención se encargó a las Hijas de la Caridad y su extensión se amplió a todos los niños a los que sus padres no pudieran atender por tener que dedicarse cumplidamente a su trabajo, ya fuera en el campo, en la construcción, en los talleres, en el muelle, …y sobre todo, en la Fábrica de Tabacos. 300 fueron los primeros niños alicantinos atendidos por solo siete Hijas de la Caridad.

 

 

 

De ser un documento totalmente veraz, quien escribiera el texto podría tratarse de cualquiera de los descendientes de sus hijos varones fruto de su segundo matrimonio con Clemente Miralles de Imperial y Ximenez de Frontín.

 

        Paradójica fuera la situación de que, a esa caridad …y recogido en la prensa histórica queda (1), las cigarreras tuvieran que acudir en no pocas ocasiones con su siempre impronta solidaria a socorrer, desde sus propias escaseces, la falta de alimentos para esos niños y para todos los demás desamparados que alcanzaban cobijo en el Asilo. Conociendo la falta de alimentos, retraían cuanto podían de los condumios de sus “cabasets” para solventar el hambre en aquella institución.

 

"La Ilustración Española y Americana", publicación de 8 de junio de 1872.

 

        Mediando un orden cronológico, igual modelo de institución y de “caridad cristiana” podemos encontrar en el Madrid de 1841 con la fundación de la Escuela de Párvulos para los niños familiares de las operarias que dependió de la Escuela Pía de San Fernando. En Cádiz y en 1872, el Asilo para los hijos de las cigarreras, dedicado a la Reina María Victoria quién, como ingreso regular anual, prometió al consistorio gaditano la cantidad de 6.000 reales para el sustento del establecimiento. Y entrados en el siglo XX, en 1909 y en Valencia se construiría el Asilo de la Lactancia para los hijos de las cigarreras. Y solo son algunos de los ejemplos.

(       


Valencia - Revista "Actualidades", de 23 de junio de 1909




 

     (1)  “El Graduador” 28-11-1877, “El Alicantino” 13-01-1894, “Alicante Obrero” 18-05-1916

 

Fuentes documentales:

Hemeroteca de Prensa Histórica

“Las escuelas de párvulos de la Fábrica Nacional de Tabacos de Madrid – (1841-1859)”, de Mª Carmen Sanchidrián Blanco

 "La Fábrica de Tabacos de Alicante", de Caridad Valdés Chápuli

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